lunes, 23 de mayo de 2011

Tras el 22-M y el 15-M

Los resultados electorales han evidenciado que la crisis económica ha pasado factura al partido gobernante en la nación, el PSOE. Quizá en estos tiempos es duro capear la situación, pero también en estas situaciones se precisa de dirigentes más firmes, con reflejo y decisión. También este el PSOE ha perdido una ocasión de aferrarse a sus principios y a líderes preclaros que han tenido y que siguen aún irrumpiendo con mucho que decir. Le queda mucho camino por recorrer, pero muchos años de historia y de trayectoria merecen lenvantarse de la zozobra. También ha perdido sus plazas y va camino de ceder otro bastión importante. La democracia también entiende de alternancias, tanto de personas, como de partidos. Eternizarse en política no es saludable para la democracia,  ni mucho menos confundir los partidos con la instituciones. Se frena todo aire fresco.
El movimiento del 15 de mayo era cuestión de tiempo. No se atisban soluciones a la crisis, quien tiene que atajarla no da ejemplo, vemos como imputados aparecen en las listas y reciben el apoyo de una manera demasiado incondicional, y no se vislumbran las alternativas por parte de nadie.  No todo vale y menos en una democracia, que quizá merece una renovación, ¡ojo¡, pero sin salirse de los principios básicos que la sustentan.
Es loable la pertenencia de un partido u otro (mayoritario o no), pero la Constitución emanada del consenso de todas las ideologías consagró la participación a través de la política y el sufragio universal. Saltarse esto es pasar una linea fronteriza peligrosa, porque se pueden pergueñar otras medidas como por ejemplo la reforma la Ley Electoral, (o sea que la representación sea proporcional a los votos), evitar que la gente se perpetue en las cargos (en política se está para servir y no servirse de ella y vivir de ella), y ¡¡ay¡¡ evitar el dogmatismo en los medios de comunicación y gabinetes de prensa que suelen confundir también partidos y apetencias con la realidad. Lo de la interjección lo hago porque soy muy respetuoso con una profesión que amo, pero veo que se pervierte y me duele decir esto. Por culpa de esto se denigran a muchos y buenos profesionales del periodismo, que los hay y una profesión muy noble y digna.
Así os podría hablar de muchas cuestiones. Sobre Bildu creo que merecen un voto de confianza, pero hay que seguir de cerca sus evoluciones. En definitiva, los resultados del 22-M y el 15-M han dado una aviso de que hay conciencia y sesnsibilidad por profundizar en una democracia que merece madurarse. Soy optimista en este sentido, pese a la cruda realidad.

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