miércoles, 1 de febrero de 2012

La Candelaria en Orcera y en La Puerta de Segura, por San Blas

Ahora mismo no estoy presente físicamente, pero mi corazón sí y los recuerdos avivan las vivencias en torno a una tradición muy arraigada en Orcera, la Candelaria. Mi espíritu siente el crepitar de los hogueras de esta noche del 1 de febrero. La población sale a la calle y prende sus lumbres anunciando el día 2 de febrero, donde los niños y mayores se van al paraje del Convento (un lugar emblemático de esta localidad serrana y preñado de embrujo) a comerse el hornazo con el huevo pintado y a formar unas corros.
Me cuentan los mayores del lugar con un halo de nostalgia como se formaban los corros desde la plaza del pueblo hasta este lugar ubicado a las afueras del pueblo.

                          "Ay, Candelaria florida flor de romero,
                             no le digas a nadie que yo te quiero,
                             me costó una paliza por ir a verla".

Este es el cántico que se escuchaba en las tardes del 2 de febrero. La Candelaria está muy ligada a las costumbres y tradiciones de Orcera. Tiene su origen religioso, (en la presentación de los niños al Señor, que significa una nueva luz y alumbramiento) y se enmarca casi al final de la época de la aceituna, que empuja a los vecinos a vivir nuevas sensaciones con el Carnaval y se querida Semana Santa. Esto sucede en tardes aún gélidas, azotadas por el frío invernal, cuando el crepùsculo (aún tenúe y acaramelado) se extiende y se alarga y empieza a trazar los primeros presagios primaverales. Dicen que se entablaban amores, aunque costaran una paliza y el pretendiente solía lanzar el huevo a su amada.
Con esta quiero ensalzar las tradiciones de un pueblo, que definen su personalidad e idiosincrasia. No forman parte de la riqueza y prosporidad pero conforman ese patrimonio cultural e inmaterial que dotan de contenido a una comunidad. Ojalá que esta tradición no se pierda, porque se viven tardes memorables.

Y no me olvido de San Blas en La Puerta de Segura. Aquí los cohetes y las carretillas (una especie de petardos enormes y móviles que asustan) toman protagonismo. A mi me pasaba como los franceses que a principios de 1.800 no se atrevieron a entrar y huyeron despavoridos ante tanto estruendo. Yo recuerdo que bajaba a grabar la procesión en mi etapa de periodista en la sierra, justo cuando no lanzaban las carretillas. Veía el espectáculo pirotécnico en el puente sobre el río Guadalimar y me iba raudo y valoz. Si en estos días pasan por La Puerta de Segura, ya me lo dirán. Es una tradición muy enraizada, (ahí están los 'samblaseros' lanzando al asalfalto sin miedo las carretillas), pero también tiene su peligro. Como no estés avezado, vas listo, de las quemaduras no te libras.

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