La Romería de la Virgen de la Cabeza

Acaba una edición más de la Romería de la Virgen de la Cabeza, marcada este año por la lluvia, por su traslado a mayo y como no, por el intenso fervor que suscita y el amor que se le profesa en Andújar, su entorno y en cualquier lugar. Este devoción va adquiriendo más universalidad con la presencia de más provincias y cofradías y tiene el reto de aumentar el panorama, porque esta imagen 'pequeñita y morenita' se venera en cualquier lugar y enclave, por inimaginable que sea.
La procesión por las faldas del Cerro se convierte en un manantial inagotable de fe y de variado costumbrismo, porque se pueden deleitar los miles de visitantes con los 'chotis' madrileños, con las 'verdiales' malagueñas', con el tipismo y austeridad que se destila desde Castilla-La Mancha, o el embrujo sevilllano y jerezano. Y así hasta contar las cerca de 70 cofradías que han asistido este año al Cerro. Andújar es el referente en estos días de todo este tipo de manistaciones y aporta el encanto de su gente llana que enseña a amar el insonsable camino que conduce a nuestra Madre, por los vericuetos más insondables de la serranía. Además se ha podido comprobar este año que el relevo generacional está garantizado por la transmisión de las familias y la implantación que está teniendo en los centros escolares. Pero la ciudad de Andújar tiene que sacarle más partido ante tanta concentración preñada de gozo y de religiosidad y no puede estar ajena a este apogeo de personas y cofradías que acoge la Basílica y Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza. Pero para eso, los artífices de la fiesta y de la devoción (que hacen eso sí una trabajo estajonovista), deben de aparcar ombligismos y guerras fatricidas que pueden deslucir la fiesta en la ciudad de una manera irreversible. Simplemente hay que guiarse por el amor a las tradiciones de un pueblo, seguir el Evangelio y sumar esfuerzos. Si se quiere se puede engrandeder todo aún más. Que Andújar tiene que ser aún más faro y guía. Si no que aprendan de los anónimos romeros que se encargan de propagarla. Así sea.