miércoles, 15 de junio de 2011

Baños de la Encina

Muchas veces nos mueve el deseo de conocer terrenos inexplorados e ignotos, para conocer el mundo, ver otras civilizaciones y culturas, descubrir enclaves paradisíacos y mágicos, abrir la mente y engrosar el acervo de vivencias y experiencias. Es genial la experiencia. Pero nos pasa también que esa avidez nos hacer perder los valores que poseemos muy cerca, en nuestro entorno y que nos ofrece maravillas por descubrir. Invito a vivir las dos experiencias, para tener un sentido completo de las cosas. Esta reflexión me la hice hace poco, paseando por el bello municipio de muestro Jaén, Baños de la Encina, cerca de Linarres y Bailén y que vigila desde su belleza y atalaya bellos e insondables parajes de Sierra Morena y la autovía que conecta Andalucía con Madrid. Es verdad que me gusta lo nuestro y me pierde un cierto halo de localismo, pero hay que conocer lo nuestro, para amarlo, y después valorarlo y contrastarlo con lo demás. Hay que tener ese marchamo de local. Esto lo pensaba, mientras paseaba por las calles uniformes y empedradas del casco histórico de Baños de la Encina, y avistaba la serranía y el mar de olivos,  desde El Castillo de Burgalimar, en perfecto estado de conservación y  cuenta ya con 4000 años de historia y domina el paisaje de Baños de la Encina. Esta fortaleza fue mandada construir por el califa cordobés Alhaken II y mantiene prácticamente el recinto original. El castillo, de catorce torres, fue construido con arcilla, arena, cal y piedras pequeñas. Por cierto es de los pocos que tiene la bandera europea. En la visita a Baños de la Encina son imprescindibles paradas también la Iglesia de San Mateo Apóstol con elementos góticos y renacientistas, la Ermita del Cristo del Llano (que alberga frescos con escenas del Nuevo Testamento), la Ermita de Jesús del Camino, la Ermita de la Virgen de la Encina (levantada en el s. XVII sobre un gran torreón bajomedieval y donde se rinde culto a la patrona local), el palacio de los Molina de la Cerda, la Casa Consistorial y el Molino de Santo Cristo.
Por favor no se vayan de Baños sin probar los cucharros, el venado a la bañusca, las migas serranas, la carne de monte en adobo, la liebre en salsilla bordonera, calandrajos con liebre y  perdiz con chocolate.
Dije adiós a Baños en una mañana calurosa de junio, refrescándome en la fuente que escolta al arco, mirador y plaza de Santa María. Hasta siempre, bañuscos y bañuscas, os llevaré siempre en mi corazón con la promesa de regresar pronto, mientras le rezo al Cristo del Llano y le lanzó una sentida plegaria por vosotr@s, a la Virgen de la Encina.




No hay comentarios:

Publicar un comentario